Durante los últimos días se han vuelto virales los diversos videos, fotos y memes de personas comprando cantidades absurdas de papel higiénico. Esto se debe a un miedo colectivo de ser sometidos a una cuarentena prolongada, razón por la cual han comprado en volumen productos esenciales como estos rollos. Se han agotado algunos productos momentáneamente y otros han subido de precio por el aumento a corto plazo en la demanda. Este fenómeno se ha vuelto mundial y varios países están valorando posibles respuestas ante estas compras de pánico. En Costa Rica se empieza a sentir el desabastecimiento temporal y los proveedores o distribuidores se pueden ver tentados a subir precios en razón de esta demanda.
El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) en Costa Rica ya ha salido a decir que implementará un control de precios si ve que los vendedores de estos productos aumentan los mismos. Diputados del Partido Liberación Nacional (PLN) han presentado un proyecto de ley para establecer control de precios en momentos de crisis como la que está atravesando el país, y varios diputados de distintas fracciones se han manifestado a favor de iniciativas como esta. Ambos están equivocados.
Parece cruel cobrarles más a los clientes durante una crisis, pero de aprobarse proyectos de ley de control de precios o que el MEIC lleve a cabo sus controles, lo único que se va a dar es escasez de productos, acaparamiento de los mismo y largas filas en los supermercados. Si no suben los precios va a ser mucho más fácil comprar cantidades masivas de productos esenciales y aquellos que lleguen primero y tengan más dinero podrán desabastecer a las demás personas que los necesiten.
Un posible aumento en los precios genera información imperativa para el funcionamiento de la economía. Esta señal le diría al mercado que existe mayor demanda y permitiría a las fábricas redistribuir recursos para así aumentar su producción. Esto ya está sucediendo en países alrededor del mundo y varias empresas están redirigiendo su capacidad para poder generar alcohol en gel, papel higiénico y respiradores artificiales. Seguida esta reestructuración, las compañías podrían volver a bajar los precios y ofrecer todavía más producto. Por otro lado, permitir estos controles, abriría puertas para que los políticos, al pasar la crisis y volver a la normalidad, manipulen fuertemente los mercados y provoquen desabastecimientos y peligrosas distorsiones que se observan en casos extremos como Venezuela. La gran amenaza es que después de implementar estas regulaciones, resulte muy difícil volverlas a quitar.
Dado que vivimos en un estado de emergencia, existen medidas mucho más efectivas que los controles sugeridos. Primeramente, los supermercados y proveedores podrían implementar límites de compra con el fin de evitar el acaparamiento y oportunismo para reventa en mercados negros. Asimismo, el Estado podría multar a aquellos que acaparen cantidades obscenas de productos esenciales y ayudar con la adquisición de los mismos a los sectores de la población con mayor necesidad. Facilitar información necesaria también es vital, por lo que supermercados y municipalidades podrían colaborar para comunicar, por medio de redes sociales o páginas web, qué locales cuentan con disponibilidad de distintos productos esenciales y su ubicación para poder evitar cuellos de botella y largas filas que perjudiquen la paz ciudadana.