El famoso guaro Cacique es sin duda alguna un emblema nacional costarricense. Si algún turista se encuentra en nuestro país es muy probable que el nombre “Cacique” esté en su lista de recomendaciones. Asimismo, si algún tico se encuentra en el extranjero, posiblemente lleve como “souvenir” una botella de este licor tan reconocido. Lamentablemente, este valor simbólico tiene un preocupante e innecesario origen.
En el año 1853 se creó la Fábrica Nacional de Licores (FANAL) y hasta el día de hoy esta empresa estatal cuenta con monopolios en la producción de alcohol etílico y bebidas alcohólicas. Además de producir licor, esta industria produce productos de alcohol utilizados en el sector de salud para la CCSS. Hoy en día la FANAL se encuentra en un penoso estado, con finanzas internas carentes y ventas cada vez más reducidas. Por más icónico que sea el guaro que esta empresa produce y a pesar de que varias instituciones públicas sean compradores garantizados, esta compañía representa una carga para el Estado costarricense.
En la época de su concepción a la FANAL se le otorgo un monopolio por razones de salud pública y los peligros de posibles destiladoras clandestinas. Sin embargo, en la actualidad este acaparamiento del mercado es totalmente arcaico e inútil. Al norte de Costa Rica, países como Guatemala cuentan con productos de altísima calidad como el Ron Zacapa y al sur podemos observar las diversas marcas de aguardiente colombianas. Con los avances tecnológicos de la modernidad no existe razón alguna para cerrarles el mercado a los costarricenses y privarles la oportunidad de crear nuevos licores.
Por un lado, nos enorgullecemos de apoyar la producción nacional en diversas industrias y por otro, tenemos un defectuoso e ineficiente monopolio estatal en la producción de licor y alcohol etílico, mientras que permitimos la importación de productos extranjeros provenientes de países con mercados abiertos. Si bien la actual administración del presidente Alvarado propuso la concesión o venta de dicha fábrica, no se observa en sus declaraciones la intención de abrir el mercado y brindar más posibilidades a los nacionales. Dicha venta o concesión es pertinente pero debe ser acompañada con la posibilidad de producción nacional privada. Si bien estas acciones no van a rescatar las finanzas públicas, representan no obstante una medida en la dirección correcta y le quitarían al gobierno uno de los muchos pesos que tiene.