Mientras batallamos a un enemigo sin precedentes, es importante que los ticos nos unamos solidariamente como hermanos para hacerle frente al Covid-19. Sin embargo, es importante no olvidar que uno de los pilares fundamentales de una democracia y una sociedad saludable, es el examinar constantemente las acciones de los gobernantes. Durante los últimos días hemos presenciado las restricciones más rígidas a nuestras libertades individuales, quizás en la historia de nuestro país. La moralidad y constitucionalidad de estas restricciones son ciertamente puntos importantes de discusión para otro momento. Pero es esencial cuestionar la efectividad de estas políticas públicas que limitan nuestras libertades.
Muchos de nosotros tenemos la bendición de tener ahorros para subsistir durante esta crisis. Sin embargo, no se escucha mucho hablar sobre los cientos de miles de costarricenses que viven de sueldo en sueldo y que han perdido sus ingresos por esta parálisis económica. Hay quienes creen que el debate de suspender mayoritariamente los mercados y la actividad económica es un intercambio entre dinero y vidas – estos no pueden estar más equivocados. El debate correcto considera un intercambio entre vidas y vidas. ¿Cuántas vidas salvaremos del Covid-19 versus a cuántas vidas perjudicaremos causándoles malnutrición, pobreza, depresión, suicidios, y demás? En 1979, un estudio realizado por Harvey Brenner encontró que por cada 10 por ciento de aumento en la tasa de desempleo, la mortalidad aumenta en un 1,2 por ciento, las enfermedades cardiovasculares en un 1,7 por ciento, la cirrosis hepática en un 1,3 por ciento, los suicidios en un 1,7 por ciento, los arrestos en un 4 por ciento, y asaltos en un 0,8 por ciento. El impacto económico tiene consecuencias significativas en las vidas de las personas, no obstante alguien que tan siquiera eleva estas interrogantes difíciles, es catalogado como insensible. Curiosamente los que más rápidamente desestiman estas preguntas lo hacen desde su smartphone, asoleándose en la comodidad de sus piscinas personales, o aquellos políticos quienes no han visto reducción alguna en sus salarios.
Es importante que exijamos respuestas. ¿Cuál es exactamente la estrategia del gobierno? ¿Hasta cuándo cerraremos la economía? ¿Hasta cuándo nos quedaremos en casa? Escuchamos constantemente la importancia de “aplanar la curva del Covid-19”, pero si después abrimos la economía ¿qué impide que tengamos una segunda o tercera oleada y nos veamos forzados a cerrarla nuevamente? ¿Es posible que nunca encontremos una vacuna, contrario a las proyecciones más optimistas que estiman 12 a 18 meses? Los países más exitosos que han logrado contener, hasta cierto punto, el Covid-19 han seguido variantes del modelo surcoreano. Este consiste en pruebas masivas, aislar a los enfermos (y a los más vulnerables) y el uso masivo de máscaras; todo interrumpiendo mínimamente el crecimiento económico y la vida cotidiana de sus ciudadanos. Mientras en Corea del Sur han habilitado centros de pruebas “drive-through” y le han hecho pruebas a más de 300,000 personas, en Costa Rica no llevamos ni 5,000 (al 5 de abril). Mientras en Corea del Sur y en Estados Unidos promueven el uso masivo de máscaras, nuestro Ministro de Salud, Daniel Salas, critica abiertamente esta práctica en rueda de prensa. ¿Esta parálisis económica es simplemente una manera de “comprar tiempo” para adquirir máscaras y pruebas, construir hospitales y unidades de cuidados intensivos y hacer una transición al modelo surcoreano? Las acciones del gobierno no apuntan a ello. Los políticos y la comunidad médica nacional deben compartir, transparentemente, una estrategia con la ciudadanía que balancea el salvar vidas del Covid-19 y minimice las repercusiones del desempleo. De lo contrario, en pocas semanas presenciaremos descontento social masivo, saqueos y protestas como ha ocurrido en el sur de Italia.
Renunciar a nuestros derechos, aunque sea de manera temporal, debe tomarse con extrema cautela. Los políticos no pierden una crisis para limitar aún más nuestras libertades – no es coincidencia que muchos aprovechan estos momentos para abogar por sacarle más plata al ya maltratado bolsillo de los costarricenses a través de más impuestos. Thomas Jefferson dijo, “el precio de la libertad es su eterna vigilancia” y es importante que hoy, más que nunca, los ticos nos mantengamos vigilantes de nuestras libertades.