El fervor del debate ideológico ha gozado de cierto auge en los últimos días; solamente con abrir las redes sociales o los artículos de opinión se puede observar como muchos aprovechan la crisis del coronavirus para defender su ideología y reafirmar con ello que todas sus posturas previas a la llegada de la pandemia eran válidas y esenciales. Dicho comportamiento se observa tanto en los formadores de opinión pública como en los miembros del Gobierno.
Es muy evidente que en tiempos de crisis la presencia y poder del Estado van a crecer y negar esta clara consecuencia sería pecar de ingenuo. Hemos observado una y otra vez como recesiones o depresiones económicas, desastres naturales, guerras y demás, aumentan el rol del Gobierno tanto en la vida de los ciudadanos como en la economía. Estas situaciones hacen un llamado para medidas drásticas y fuera de lo común, de las cuales muchas sirven solamente en momentos de crisis.
Partiendo de esta realidad, es preocupante ver el oportunismo de muchos ideólogos al utilizar la coyuntura de la pandemia para defender su agenda política. Las lecciones que nos deje esta crisis global deben ser analizadas con cautela y no deben ser apresuradas para politiquería barata. Por ejemplo, sería muy ilógico argumentar que los toques de queda también se deben implementar al pasar la crisis, a pesar de esto, vemos como razonamientos similares a este rondan en la esfera pública.
Para ser más concreto, acólitos de la actual administración que siempre han apoyado aumentos en el presupuesto del Estado e ignorado cualquier sugerencia de austeridad, se aprovechan del brote de COVID-19 para defender indiscriminadamente cualquier tipo de gasto público. Por otro lado, el hecho de que instituciones como la Caja Costarricense del Seguro Social sean de gran beneficio tanto ahora como en “tiempos de paz”, no le resta mérito al debate que se debe tener sobre sus necesarias reformas y no quiere decir que esta se debe dejar exactamente como está, sin necesidad de hacerla más eficiente y servicial para la población. Aún más sorprendente, muchos amantes del Estado Empresario, salen a defender instituciones ineficientes, llenas de deuda y pérdidas como la FANAL, por el simple hecho de que esté produciendo alcohol en gel. También, al otro lado del espectro ideológico, proponen que las recientes medidas a favor de la suspensión de contratos laborales y despidos sean extendidas al pasar la crisis. Esto no quiere decir que las medidas que se estén aplicando ahora no puedan servir de inspiración para replicarlas en tiempos normales, ya que de estas también hay muchas.
Si queremos tener un debate público honesto y productivo, es necesario ser transparente y entender que la turbulencia actual y sus consecuencias no se deben ejemplificar de manera fácil para beneficio político. Tampoco se debe aprovechar la actual unión nacional para pasar medidas peligrosas que pasen desapercibidas ante la abundancia de noticias destacadas relacionadas con la pandemia. Más allá de esto, se deben tener discusiones abiertas y bienintencionadas para así lograr enfrentar y superar el reto del COVID-19.