Petróleo, gracias por nada

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Artículo de opinión

Este artículo representa la opinión de su autor y no necesariamente la posición editorial de SOMA CR.

Los mercados financieros enfrentaron un hecho sin precedentes, cuando recientemente, el precio del petróleo alcanzó la caída bursátil más grande de la historia. El precio del barril West Texas Intermediate (WTI), de referencia en el mercado global, cerró en -37,63 dólares. El precio se desplomó al nivel que alcanzó la cotización en negativo, donde los productores ofrecían pagar a los consumidores para que retiraran el excedente ya que sus almacenes no daban abasto con la sobreproducción. 

A raíz del Covid-19 el mundo ha visto una desaceleración productiva que ha paralizado la economía. El recorte en el consumo creó una brecha entre la producción y el consumo de petróleo a nivel global. Pese a los esfuerzos de los países miembros de la OPEP para disminuir la producción y estabilizar el distorsionado mercado del petróleo, Rusia y Arabia Saudita no acordaron esta reducción sino hasta el 13 de abril, cuando la caída ya era inevitable debido a la sobreproducción.  

En el corto plazo se espera que el mercado se regule por las fuerzas de la oferta y la demanda para llegar al precio de equilibrio. Los países importadores de petróleo incentivados por la reducción en el precio aumentarán la demanda del mismo, mientras los productores desalentados por los precios mundiales contraen su oferta para regular el mercado. Como en toda situación extrema del mercado, habrá grandes ganadores y perdedores. 

Entonces; ¿Dónde queda Costa Rica en medio de esta crisis bursátil?  

Es importante recalcar que Costa Rica no compra barril de crudo, sino refinado, el cual tiene un valor de mercado más elevado. En este aspecto, la actuación del Estado se vuelve bastante cuestionable y demuestra su ineficiencia ya que, si van a tener un monopolio estatal de refinería de petróleo, como lo es RECOPE, se esperaría que al menos refine.

La Asamblea Legislativa, por iniciativa del Gobierno, aprobó un proyecto de ley que pretende la fijación del precio del petróleo con el fin de obtener recursos para el seguro de desempleo generado por el Covid-19. Este proyecto de ley pretende fijar los precios vigentes hasta el 4 de marzo de 2020 y que cualquier fluctuación a la baja sean utilizadas para generar el aporte mensual de RECOPE al IMAS. 

Con el desplome de los precios del crudo en los mercados internacionales se esperaría que el beneficio quedase en manos de los consumidores, quienes en sana teoría podrían acceder a un producto vital a un precio menor. Indudablemente, esto sería de gran beneficio para el pueblo, más aún en tiempos de crisis. No obstante, con la fijación del precio por decreto de ley este beneficio nunca llegará a los bolsillos de los costarricenses. La diferencia entre el precio mundial (al que se va a importar) y el precio nacional (al que se va a vender) se la queda el gobierno. Tiene poca lógica quitarles el dinero a los consumidores para luego devolverlo en forma de subsidio.

Entonces; ¿Es el estado el moderno Robin Hood? ¿Aquel que le quita a los más adinerados y se lo distribuye a los más necesitados? La evidencia parece enseñarnos que no, por el contrario, se convertiría en una especie de “Hood Robin” el cual gusta de desposeer a los sectores productivos para encarecer a las mayorías. Como decía Bastiat “La solidaridad es espontánea, el decretarla sólo la aniquila”.

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