La hora de la desobediencia civil en el país

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Artículo de opinión

Este artículo representa la opinión de su autor y no necesariamente la posición editorial de SOMA CR.

EMPIEZA CON UN MÉDICO. 

Hace más de 300 años, el doctor en medicina John Locke se cuestionó qué debían hacer los ciudadanos cuando el Estado los oprime de forma injustificada. 

Para él, cuando quienes gobiernan toman decisiones contrarias al mandato que les fue dado, pierden entonces su legitimidad frente al ciudadano, que es quien a fin de cuentas les da su autoridad.

De esta simple idea nace la desobediencia civil, ese derecho natural que tiene cualquier persona en desobedecer una norma, cuando esta va en contra del ordenamiento, con el fin de lograr que se restituya el correcto estado de las cosas. ¿Habrá llegado el momento de actuar así en Costa Rica?

LA “DICTADURA” SANITARIA. 

Desde el mes de marzo, las libertades de tránsito, reunión y trabajo, garantizadas en la Constitución Política, se encuentran limitadas bajo la justificación del virus Covid-19. Ahora bien, siempre se ha dicho que el rey no es rey por su corona, en Costa Rica tenemos como rey a causa del coronavirus al señor Daniel Salas; como ha surgido en la prensa y cuestionamientos realizados al Ministro de la Presidencia en la Asamblea Legislativa. 

Así es, el señor Salas en apariencia toma las decisiones sobre quién trabaja y quién no, y nadie más tiene voz ni voto sobre lo que él decide. Por otra parte, se ha filtrado que el Presidente Alvarado parece haber olvidado su mandato, tomando un asiento atrás en el tren que lleva a Costa Rica a un triste bicentenario. 

Este poder que nadie ha tenido en los 72 años de la actual Constitución se fundamenta “supuestamente” en la Ley de Emergencias, como múltiples abogados ya han señalado, esta norma solo permite restricciones a la libertad de forma temporal -no abiertas prohibiciones de forma cuasi permanente como se dan actualmente en abierta violación a las garantías que los ciudadanos costarricenses tenemos-. 

TERMINA CON USTED QUE LEE ESTO. 

En este mes de agosto, mientras la tasa de desempleo llega a cifras récord y la de mortalidad del virus no es aquella que se anunció cuando empezaron las medidas; la Constitución parece haber dejado de ser norma para volverse una simple recomendación para quienes juraron ante ella.

Frente a este panorama, la solución no vendrá de quienes están muy cómodos con los nuevos poderes que han adquirido, vendrá de usted que lee esto, quien cansado de que hagan de sus derechos algo opcional, deje a manera de protesta de seguir normas arbitrarias y sin justificación.

Podrán “martillar” con una boleta de Tránsito, restricción sanitaria o sanción administrativa a unos cuantos; pero de nada les valdrá si una mayoría decidimos de forma cívica y pacífica no dejarnos más y abrazamos la libertad, circulando libremente, abriendo negocios y poniendo al país a trabajar. 

El famoso virus es real y está en cada persona el tomar las medidas para evitar su perjuicio y el de los demás, pero ya fue suficiente de usarlo como excusa para someter a una población que cada día que pasa tiene más incertidumbre y hambre. Así llegó la hora de no dejarnos más y recordarle a quienes nos gobiernan que los esenciales somos nosotros y no ellos o quienes el Estado arbitrariamente decide.

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