Corrupción en la obra pública

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Artículo de opinión

Este artículo representa la opinión de su autor y no necesariamente la posición editorial de SOMA CR.

Conforme pasen los días iremos sabiendo más sobre el caso de corrupción que hizo saltar ayer por los aires la poquísima credibilidad que le quedaba al gobierno actual del PAC.  Referirse al caso en particular no sólo sería aventurado (con la poquísima información que se sabe), sino irresponsable, porque salvo la policía y las autoridades judiciales, es poco lo que sabemos aún los que estamos afuera; sin embargo es nuestra responsabilidad ciudadana reflexionar de manera general y tratar de dirigir la discusión hacia caminos provechosos y no quedarnos en la estéril indignación que en nada resuelve el problema de fondo. Es por eso que como representante político de un partido y ciudadano a fin de cuentas, me atreveré a plantear una serie de líneas de reflexión que es por donde creo que deberíamos de encauzar el debate público sobre este tema:

  1. Primero dejar claro que el fenómeno de la corrupción en la obra pública es un fenómeno no exclusivo de Costa Rica, sino que se da en todo tipo de país, pero que definitivamente es de dimensiones obscenas en países en vías de desarrollo y en eso desgraciadamente, nos parecemos más al tercer que al primer mundo. 
  2. Resulta casi obvio, por no decir necio, dejar claro que este tipo de corrupción tiene una doble dimensión: pública, por parte de los funcionarios que se dejan corromper, y privada, por parte de los empresarios que pagan para que se haga, o deje de hacer algo desde la administración pública. Enfatizar en uno de los lados sólo por razones ideológicas, no solo no lleva a ningún lado, sino que hace que no se encuentren soluciones, porque definitivamente estas tienen que venir por ambos lados de la ecuación.
  3. Hay que ser insistente en diferenciar el tema de las responsabilidades y explicarle a la ciudadanía las diferentes dimensiones que existen: responsabilidades penales, políticas, administrativas y civiles; para que no confundamos a la opinión pública creando expectativas falsas, ni los vivazos se escuden en esa falta de distinción para no discutir el tema o evadir la responsabilidad.   Y lo ejemplifico: claro que desde la mera responsabilidad penal sobre lo actuado, es el poder judicial y los tribunales, con sus largos y tediosos, pero necesarios procedimientos, quien se debe encargar, pero que la responsabilidad penal siga su curso en los tribunales, no significa para nada que no se pueda discutir el tema desde una perspectiva política, o de responsabilidades administrativas; y  menos que se deje de actuar de inmediato en el ámbito de la reforma legal y reglamentaria para evitar que se sigan dando casos como estos.
  4. Esa falta de distinción de las responsabilidades es la causante de que llevemos varias décadas viendo cómo estallan nuevos casos de corrupción y se hace poco por solucionar las causas del problema, porque se deja todo en manos de una justicia penal que tiene sus falencias y sus particularidades, y no se pasa de la indignación ciudadana y las lágrimas de cocodrilo de los políticos sin que se tomen medidas efectivas para eliminar los incentivos a la corrupción.
  5. Es muy común escuchar, sobre todo en el ámbito político, una excusa que tiene algo de cierta pero que en el fondo lleva escondida una justificación para no hacer nada, y es la de decir que esto es un asunto de mandos medios. Claro que hay mucho de eso, pero eso no quita ni un ápice de responsabilidad a los jerarcas o a los puestos políticos de dirección, que la mayor parte de las veces, y con contadas excepciones, prefieren volver a ver para otro lado para no enfrentarse a las mafias funcionariales del sector público que esos mismos políticos han dotado de ese poder cediendo a todas sus demandas en conflictos gremiales para mantenerlas en «paz» y sin que les boicoteen su trabajo. 
  6. Una de las causas estructurales de la corrupción, por más que no le guste aceptarlo a los que tienen al estado como un dios, es casualmente el intrincado sistema híper legalista y controlador que tenemos en nuestro país, donde vivimos ahogados en leyes, reglamentos, circulares, procesos, y miles de requisitos, todos ellos caldo de cultivo para que siempre haya un funcionario que, con el incentivo adecuado (llámese mordida, coima o soborno) haga que las cosas sucedan o dejen de suceder. Mientras no simplifiquemos ese complicadísimo entramado de contratación, lo transparentemos y lo abramos a la competencia, seguirán existiendo todos los incentivos para que se de la corrupción. Un estado gigante e hipertrofiado no ayuda en nada, sino que más bien facilita la corrupción.
  7. Existe un sector privado trinquetero, arrimado al poder, que detesta la competencia por más que hable de libre mercado de la boca para afuera, que adora acercarse al sector político y «colaborarle» en sus campañas, para luego obtener réditos de esa «desinteresada» ayuda. Ese sector privado corrupto, que siempre ha obtenido leyes hechas a su medida, aranceles preferenciales, condonaciones de deudas, etc. es tan responsable como el funcionariado que se deja corromper y siempre anda buscando el lugar por donde colarse para obtener la contratación pública. Saben que contratando con el estado, y teniendo comprados a los funcionarios adecuados puede ganar mucho haciendo obras de baja calidad. 
  8. Existe un sector público bien pagado y con miles de prebendas, anualidades y beneficios, que gana muy bien pero para el que nunca es suficiente lo que gana y buscará como ofrecer siempre su ayuda a quienes estén dispuestos a untarles la mano. Se escudan en los gremios para defender sus supuestos derechos laborales y viven casi impunes por un sistema de disciplinario y de responsabilidad administrativa casi inexistente que hace imposible que se le haga responsable de nada de lo que haga. 
  9. Resolver esto no pasa por «poner al MOPT o al ICE» a hacer obra como dicen muchos estatistas irredentos, primero porque es mentira que antes ellos lo hacían todo, las grandes obras se han hecho por el conjunto del sector público y privado, aportando cada uno lo que puede aportar. Y segundo porque la corrupción siempre existirá. Por más que sea una cuadrilla del MOPT o de una municipalidad la que haga la carretera, siempre se necesitará de la contratación del sector privado para comprar el cemento o alquilar la maquinaria necesaria y esos son espacios donde la corrupción se puede seguir dando. Resulta casi risible escuchar a algunos hablar con tanto desconocimiento de que el caso de ayer demuestra que la concesión de obra pública no sirve y es risible porque desconocen que nada de lo que vimos ayer tiene relación con una concesión, sino que es parte de la actividad ordinaria de contratación del estado.
  10. Es lógico y natural que un caso como estos de corrupción en medio de una campaña política vaya a ser tratado con estridencias y dramatismos, eso es algo casi inevitable, pero si queremos ser responsables deberíamos de entrarle al meollo del asunto y como partidos políticos ofrecer soluciones que de verdad contribuyan a parara este cáncer. Los políticos no podemos ofrecer que se va a hacer justicia, eso les toca a los tribunales y hay que exigírselos con firmeza, pero lo que si podemos ofrecer son las soluciones, parciales y siempre sujetas a mejora, para que esto deje de suceder. 
  11. Era para alguien un secreto que existía un oligopolio que siempre ganaba las contrataciones grandes de obra pública y que casi no existía competencia en esta materia? ¿era para alguien un secreto que el CONAVI y el MOPT estaban llenos de corruptos que favorecían siempre a algunos en temas de contratación de obra pública? El que diga que no sabía miente. Lo más triste es saber que por esas instituciones pasaron tantos jerarcas que simplemente volvieron a ver para otro lado, o hasta, ¿quién quita?, se dejaron untar la mano, y no hicieron nada para pararlo.

Dejaré las valoraciones políticas para un futuro artículo donde me referiré las zafadas de lomo del gobierno actual del PAC, a la hipocresía en la indignación de partidos como el PUSC o el PLN, al cuidado que debemos de tener los partidos que no hemos tocado poder, a las contradicciones de políticos y funcionarios, pero ya se hizo muy extenso y creo que es mejor tratar el asunto de forma separada, ayuda más a la sana discusión y a la responsabilidad de ofrecer soluciones y no sólo histeria e indignación estéril.

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