Utilizando al pequeño productor

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Artículo de opinión

Este artículo representa la opinión de su autor y no necesariamente la posición editorial de SOMA CR.

Durante cada campaña política se escucha siempre la indefectible queja de: “la falta de crédito para el pequeño productor”.

Por lo general se hace referencia al pequeño agricultor. Sin embargo, también se acostumbra a generalizar la frase para los pequeños comerciantes e industriales.

El estribillo se escucha tanto desde la izquierda, como también desde un sector de la “derecha”. Y se convierte en una parte importante de la carta de triunfo de casi todos los candidatos presidenciales.

En especial cuando el candidato está en los últimos lugares de la tabla de popularidad. Una de las salidas más cómodas para escalar posiciones políticas es prometer “aumentar el crédito para los pequeños productores”.

A este coro de candidatos presidenciales y de futuros diputados se suman muy a menudo las cúpulas empresariales.

El diagnóstico que hacen se resume en que los banqueros privados (por falta de empatía o por una codicia desmesurada), pocas veces otorgan un crédito al pequeño productor.

También se critica que esa población (los pequeños) nunca será un mercado atractivo, porque los banqueros privados buscan financiar en primer lugar proyectos con una alta rentabilidad.

Y la crítica a los bancos estatales es que también se olvidaron de los microempresarios. Que no están cumpliendo su “función social”, como sería otorgar abundante crédito a los más pequeños.

Entonces se critica a los bancos estatales no porque sean “empresas” gubernamentales ineficientes que no deberían del todo existir, sino porque funcionan en la práctica como bancos privados. En lugar de ser una banca al servicio del “desarrollo nacional”.

Aquí se cometen dos errores: primero de manera equivocada se piensa que el crédito es algo que el banquero otorga. Como si el crédito fuera un favor personal.

Una especie de regalo personal que el banquero le entrega al deudor por su gracia y amistad. Esto es algo muy equivocado.

Porque el crédito es una cualidad que el productor ya tiene por sus propios méritos. El crédito llega con la persona al banco.

No es el banco el que reparte las cualidades idóneas para que la persona reciba el crédito.

Esto lo explica muy bien Hazlitt cuando dice:

“(El productor) Goza de crédito porque posee bienes de un valor monetario superior al préstamo que solicita o bien porque sus condiciones personales y su pasado se lo han proporcionado.” (Henry Hazlitt, La Economía en una Lección, Chicago Press, p. 17, 1946)

Obviamente es así y no de otra manera porque el banquero no determina las condiciones personales del deudor. Es el sujeto que acude al banco el que determina con base en sus acciones y su patrimonio las condiciones de su persona.

Hazlitt explica que el “crédito” entra al banco, no sale de este:

“(el crédito) Lo lleva consigo al Banco y por ello consigue el préstamo; el banquero no entrega dinero a cambio de nada. Se siente seguro de que le será devuelto y no hace sino cambiar una forma más líquida de capital o crédito por otra menos líquida.” (Ibid)

Entonces, resulta irrelevante si una persona se autopercibe como un “pequeño agricultor” o un “agricultor grande”. Porque si este sujeto no posee bienes mayores a la totalidad del crédito que pide, y si su historial no inspira confianza, nunca obtendrá el crédito de nadie.

Por las anteriores razones es evidente que el problema de fondo no está en los bancos. Si una persona no consigue un crédito más barato, o si del todo no lo obtiene, es porque ningún banco está dispuesto a correr un riesgo menor o del todo no están dispuestos incurrir en una aventura donde perderán su dinero.

En segundo lugar, se olvida que todo crédito representa una deuda. En consecuencia, sería muy perjudicial obligar a los bancos a financiar a pequeños productores, que bajo condiciones normales no serían objeto de un crédito.

Obligar a un banco a que le otorgue un crédito (o un aval) a un “pequeño agricultor”, el cual será incapaz de pagar esa deuda, obviamente es una política antisocial. Porque se estaría incurriendo en un derroche de capital, al financiar actividades que no generan un provecho para la sociedad.

En síntesis, cuando algunos políticos hablan de “aumentar el crédito para muchos pequeños productores”, esto se debe traducir correctamente como: “aumentemos las deudas impagables de muchos pequeños productores”.

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